Una obra de arte buscada durante más de ocho décadas volvió a la luz en Argentina, tras un operativo judicial que combina historia, justicia internacional y herencias incómodas.
Se trata de Retrato de una dama, pintado en el siglo XVIII por Giuseppe Ghislandi. La pieza había sido confiscada en 1940 por las fuerzas de ocupación nazi al marchante judío holandés Jacques Goudstikker, cuya colección fue despojada y dispersada durante la Segunda Guerra Mundial.
La pintura fue localizada en Mar del Plata, luego de que apareciera publicada en una revista inmobiliaria. La fiscalía federal actuó de inmediato y ordenó su incautación. En el procedimiento fueron señalados Patricia Kadgien —hija de Friedrich Kadgien, un exoficial nazi que se radicó en la Argentina tras la guerra— y su esposo, a quienes la Justicia acusa de encubrimiento y obstrucción. Ambos cumplen prisión domiciliaria preventiva por un plazo de 180 días.
El cuadro se encuentra actualmente bajo custodia del Museo del Holocausto de Buenos Aires, mientras la Corte Suprema analiza el reclamo de los descendientes de Goudstikker, que exigen su restitución como parte del proceso de reparación de bienes expoliados por el Tercer Reich.
El caso ha generado repercusión internacional. Organizaciones judías celebraron la recuperación de la obra como un acto de memoria y reparación histórica, mientras especialistas en derecho internacional advierten que la resolución marcará un precedente para otros bienes de procedencia similar que podrían estar ocultos en colecciones privadas del país.
Más allá del valor artístico, la pintura se transformó en símbolo de una deuda pendiente: la restitución de la memoria y el patrimonio arrebatado durante uno de los capítulos más oscuros del siglo XX.