En el contexto de las próximas elecciones legislativas del 26 de octubre, diversos analistas e inversores anticipan que el gobierno argentino podría ampliar la banda dentro de la cual opera el peso frente al dólar. Esa medida buscaría acomodar una eventual depreciación, en medio de fuertes tensiones cambiarias y presión externa sobre la sostenibilidad del régimen actual.
El marco actual: banda cambiaria bajo vigilancia
Desde abril de este año, la administración de Javier Milei ha sostenido el peso dentro de una banda cambiaria que limita su flotación. Para intentar estabilizarla, el Banco Central ha intervenido en el mercado y el Estado ha contado con respaldo financiero internacional, incluida una línea de intercambio monetario (swap) con Estados Unidos por 20.000 millones de dólares.
Sin embargo, operadores del mercado de futuros ya anticipan que el peso podría salir de ese tramo establecido, lo que refleja dudas sobre la viabilidad de mantener controles tan ajustados.
¿Qué motivaría el cambio?
Entre los factores que empujan hacia una revisión están:
- La tensión entre defender la banda y preservar reservas internacionales.
- La necesidad de ajustarse a desequilibrios externos persistentes.
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La expectativa de que, si el gobierno ve menguada su fortaleza política tras las elecciones, resulte insostenible mantener el control estricto.
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La presión del mercado para que se adopte un tipo de cambio más flexible o incluso un régimen flotante.
Riesgos y reacciones del mercado
La posibilidad de una devaluación o de un ensanchamiento de la banda provoca nerviosismo entre inversores. En ese escenario, el peso podría ceder con rapidez, impulsando inflación y afectando la confianza financiera.
Por su parte, el gobierno ha señalado su intención de controlar ese proceso y minimizar los efectos adversos. No obstante, el margen de maniobra dependerá del respaldo legislativo y del acceso al financiamiento externo.