Buenos Aires, marzo de 2025 – Lo que alguna vez se promocionó como una alternativa estética rápida y “definitiva” se ha convertido en una verdadera bomba de tiempo para la salud de miles de personas en Latinoamérica. El cirujano plástico José Rosales, referente en la extracción de biopolímeros y director de MediSpa, advierte sobre el aumento de casos y la complejidad de tratar sus secuelas.
“Cada vez recibimos más pacientes con complicaciones graves. Son sustancias no absorbibles, incompatibles con el organismo, que generan reacciones inmunológicas incluso 15 o 20 años después de su aplicación”, explica Rosales, quien ha desarrollado técnicas avanzadas para retirar estos compuestos de forma segura.
El uso de biopolímeros comenzó en procedimientos faciales, pero rápidamente se extendió para aumentar el volumen de glúteos. Según el especialista, fueron aplicados sin supervisión adecuada, muchas veces en entornos no autorizados, exponiendo a las personas a riesgos que hoy se están manifestando con fuerza.
Los síntomas pueden variar desde dolor y endurecimiento local hasta problemas sistémicos como debilidad, insomnio e incluso migración del material hacia órganos vitales como el cerebro o los pulmones. “El interrogatorio médico es fundamental: necesitamos saber cuándo, dónde y qué producto se colocó para planificar la cirugía”, detalla Rosales.
El tratamiento, que debe ser abordado por un equipo multidisciplinario, incluye estudios de alta precisión como resonancia magnética especializada. Además de la extracción, ya existen protocolos para reconstruir las zonas afectadas y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
El mensaje del especialista es claro: la prevención y la atención temprana son claves. “La estética nunca debería poner en riesgo la salud. Recuperar el bienestar es posible, pero el tiempo es un factor determinante”, concluye.